miércoles, 7 de septiembre de 2011

La Universidad de Matanzas, reabre sus aulas.

Estudiantes de la Universidad de Matanzas
 Por Eduardo

Desde que culminé mis estudios universitarios, en el año 1986, solo he tenido un solo empleo; Profesor de la Universidad de Matanzas. Mi amor por la profesión es tan grande, que siempre he resistido la tentación de vincularme directamente a la producción como ingeniero, a pesar de que he recibido ofertas muy tentadoras de hacerlo. Las razones de mi cariño infinito por la enseñanza pudieran ser muchas, desde haber sido hijo de un profesor de la enseñanza politécnica y una maestra primaria, o la de haber tenido el inmenso privilegio de ser discípulo de alguno de los mejores educadores de la provincia de Matanzas, desde que estaba en la enseñanza primaria hasta la universidad. Pero creo que lo que más me hace aferrarme a mi condición de educador son mis estudiantes.
Llega el momento en que cada año, al comenzar las actividades docentes, uno recibe a esos muchachos de dieciséis o diecisiete años, con una expectativa solo comparable a la que se genera con el nacimiento de los propios hijos. Y es que en mi opinión, aquel profesor que nunca llegue a ver a sus estudiantes como vástagos de su propia estirpe, nunca podrá considerarse un verdadero maestro. El eminente educador cubano, José de la Luz y Caballero, lo expresó con una frase que vence el paso de los años: “Enseñar puede cualquiera, educar solo aquel que sea un evangelio vivo”.