viernes, 4 de mayo de 2012

Cocodrilos de Matanzas. Gracias por la pasión.

 Por Eduardo

Cuando antes de comenzar la Serie Nacional, en la peña deportiva que se forma en los asientos finales de la guagua de la Universidad que parte del barrio de Versalles, me informaron que el carismático y controvertido Víctor Mesa había decidido asumir las riendas del equipo Matanzas de béisbol, lo único que expresé fue: - Víctor es y será en mi opinión el mejor pelotero cubano, y uno de los mejores managers de esta pelota; pero no es Houdini y mucho menos Mandrake el mago. Me alegro haberme equivocado.
Cuando era un niño que correteaba el barrio de Pueblo Nuevo, yo y mis amigos no nos perdíamos en el añejo Palmar de Junco, un juego del equipo de nuestros amores; el Henequeneros de Wilfredo, Rosique, e Isasi (los tres mosqueteros); Tomás Soto (el caballero D’Artangnan), el Curro Pérez (el pitcher más guapo que ha pisado el box), Inocente Aparicio, Lino Betancourt, el Kindy Estrada, y otros que con el paso de los años no recuerdo. En el año 1970, el lema de la provincia era: ¡Henequeneros Campeón, Matanzas un millón! ¡Y cumplimos! Matanzas se convirtió en la única provincia cubana que cumplió su compromiso de producción de azúcar en la histórica zafra del 70, y el equipo de la franela amarilla rayada en negro, ganó para el pueblo matancero, por primera vez en la historia de las Series Nacionales, su primer campeonato.