viernes, 15 de marzo de 2013

Tras el sueño de la Gran Colombia.


Así era de grande la Gran Colombia
Por Eduardo

Hace algún tiempo leí un artículo que planteaba que se podía ser derechista y ser un patriota a carta cabal. Ponía el ejemplo del general Charles de Gaulle, quien no era precisamente un representante de la izquierda, pero quien ante cualquier amenaza a la soberanía de Francia, se enfrentaba a los intereses foráneos que atacaban a su país. El General de Gaulle, desde su óptica de aristócrata, hizo todo cuanto le fue posible por la grandeza de su Patria.
Mientras el Mariscal Petain, rendía las tropas francesas y entregaba gran parte de su territorio a los nazis, incluyendo a París, él se dedicó a organizar el Ejército de la Francia Libre, con el que combatió contra la ocupación fascista. Se opuso a las políticas hegemónicas de los Estados Unidos, relacionadas con el monopolio del dólar en las relaciones monetario mercantiles a nivel mundial. Bajo su mando Francia desarrolló su propio programa de desarrollo nuclear. Su último servicio a Francia, fue poner fin a la larga y cruenta guerra que el país galo enfrentaba en Argelia con los patriotas argelinos, que concluyó con la independencia de esa hermana nación del Magreb. Por esa, y otras razones sufrió atentados contra su vida, preparados por mercenarios al servicio de las fuerzas de la ultraderecha francesa.
Lo más triste de las derechas latinoamericanas es que son lacayas, serviles, cipayas, y cuanto adjetivo duro se les pudiera endilgar. Nunca un representante de las élites burguesas latinoamericanas ha procurado el crecimiento y el bienestar de su nación. Por los recursos con que la naturaleza dotó a nuestro continente, cada uno de los grandes países de Sudamérica hubiese llegado a ser una potencia en lo económico, lo político y lo militar. Las oligarquías latinoamericanas, con tal de mantener sus privilegios de clase, han escogido el camino del entreguismo y la sumisión a los poderes imperiales, en detrimento del desarrollo de sus propias naciones.