Cuando participaba en mi condición de dirigente de la FEU,
en numerosas reuniones de Balance de nuestra gloriosa y querida organización,
como ahora ustedes, soñábamos en conquistar el cielo por asalto. Tal y como
corresponde a la juventud de cada tiempo, reclamábamos mayor protagonismo en la
construcción del socialismo, y no pocas veces nos creímos poseedores de toda la
verdad.
Muchos de nuestros padres y abuelos comentaban quizás;
como algunos de nosotros ahora: - Yo no sé adónde iremos a parar, esta juventud
está perdida. Sin embargo, la juventud cubana de mi generación, supo estar a la
altura del papel histórico que le correspondía, cuando acudió en un número
superior a los 250 000 efectivos, a defender la independencia de Angola, y
propinarles a los racistas Sudafricanos en Donguena, Calueque, y Cuito
Cuanavale, una costosa derrota militar que condujo al final del oprobioso
régimen del Apartheid, en las lejanas y sufridas tierras del continente del
cual provienen muchos de nuestros ancestros.
En 1989 comenzó el doloroso proceso que nuestro
Comandante en Jefe calificó como el “desmerengamiento” del campo socialista, que
dio inicio por la sedición del Sindicato polaco “Solidaridad”, pasó por el derrumbe
del muro de Berlín, y culminó con la desintegración de la hasta entonces para
nosotros paradigmática e invencible Unión Soviética. Fueron años en que la
derecha acudió a todas sus mañas y armas para destruir el Socialismo.