Por Eduardo
Anónimo:
El Imperio Napoleónico fue
la culminación histórica de la Revolución Francesa. Cuando el pequeño corso se
convirtió en emperador traicionó los principios consagrados en la Declaración
de Derechos del Hombre y el lema de “Liberté, Fraternité, Egalité”. Cuando al
regresar de Rusia lo deportan a la Isla de Elba, las monarquías europeas
restauraron a la rama francesa de los Borbones mediante Luis XVIII. Cualquiera
hubiese pensado en ese momento que el capitalismo en Francia había sido
derrotado.
Sin embargo después de pasar
por las experiencias del regreso de Napoleón al poder, la restauración
monárquica, el Imperio de Napoleón Tercero, la Segunda República, la Comuna de
París (la primera experiencia de un gobierno de los obreros en el mundo), al
final de la corrida el capitalismo en Francia se instauró definitivamente.
Pongo este ejemplo para validar la idea de que los cambios de formación
económica social tienen sus avances y sus retrocesos; como decía Lenin, “un
paso adelante, y dos hacia atrás”, pero nada podrá evitar que la historia de la
humanidad siga avanzando hacia formas superiores de organización, de solución
entre las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de
producción, y sobre todo hacia mayores niveles de justicia social.
Habría que preguntarles a
los niños que mueren de hambre y enfermedades curables en África, Asia y otros
“oscuros rincones del mundo”, que creen de las “libertades” y los “derechos
humanos” del capitalismo global.