viernes, 29 de agosto de 2014

Remembranzas africanas.


Monumento del "León de Judá", cerca del Ethiopian Hotel.

 Por Eduardo

Orlando:
Yo soy de los cubanos privilegiados que ha podido trabajar en varios países de este contaminado mundo. Te puedo decir que nada se compara con el trabajo en África. Tuve la oportunidad de trabajar por dos años en Etiopía. A los dos o tres días de llegar a ese hermano país, toda la prensa comenzó a reproducir la noticia de que el presidente de Eritrea consideraba que era imposible evitar una guerra con Etiopía. A los dos días se mencionó el hecho de que un señor de la guerra somalí se había introducido por la frontera sur y había entrado en combate con tropas etíopes, recibiendo una soberana paliza.
A los dos meses al gobierno de Etiopía se le ocurrió hacer una represa, y el gobierno egipcio de Hosny Mubarak amenazó con que si le repesaban el Nilo, la guerra empezaba entre Egipto y Etiopía. A los ojos del mundo nada sucedía, y reinaba la paz, pero para mí fue una experiencia nueva, sobre todo si se empieza a conocer cosas de las que uno no tenía la más mínima idea como la guerra surgida entre Eritreos y Etíopes después de la caída de Mengistu. Cuando los nuevos gobernantes de la etnia Tigray, cuya alianza con los eritreos, en contra de los históricamente dueños del poder, los amaras, implicaba la independencia de Eritrea una vez que cayera Mengistu alcanzaron su objetivo, le dieron la mala a los eritreos, y no les entregaron todo el territorio que históricamente fue de ellos.