viernes, 22 de diciembre de 2017

El componente chino de nuestra sangre.

Monumento al chino mambí (línea y L, Vedado)
Foto tomada de La Jiribilla
 Por Eduardo

Hola Evelio:
Me alegro de recibir tu visita en el blog. Tengo que reconocer que de mis “adversarios” de La Joven Cuba, eres uno de los que mantuvo hacia mí siempre un debate inteligente, respetuoso, a pesar de las diferencias consabidas. Yo tengo tu propia experiencia. En casi todos los países que he podido visitar los chinos son una constante. Para ellos no existen días feriados, ni descanso. Y son muy eficientes. Dos o tres muchachas chinas son capaces de atender un mercado de 100 metros cuadrados de superficie. Desayunan, almuerzan y comen frugalmente, y si tienen hambre la calman bebiendo té de un termito que siempre llevan consigo.
Un amigo me dijo un día que el propio gobierno chino es quien les presta el dinero para que monten sus negocios en el exterior, cosa perfectamente creíble. Con ello alivian un poco la carga demográfica de una población de más de 2000 millones de habitantes y crean “cabezas de playa”, en casi todos los puntos del planeta para la mercadería china.
Yo creo que en Cuba no necesitamos importar trabajadores chinos para levantar nuestra economía. Lo que necesitamos es que los trabajadores cubanos produzcan más, y que los burócratas corruptos, muchos de los cuales están siendo enjuiciados en estos días, paguen por dedicarse a medrar a costa del pueblo trabajador, en vez de administrar con honestidad los bienes que nuestro Estado puso en sus manos.